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Los altares

Un altar es un rincón donde realizar nuestros actos de fé. Es una zona de confort. Un lugar donde recargar nuestras pilas, donde sentirnos bien o al menos procurarlo, lejos del ajetreo y la rutina diaria.


Al margen de la mucha o poca creencia que tengamos e independientemente de la doctrina religiosa que sigamos. Seguro que en el peor de los casos y como mucho creemos al menos en el universo y sus energías.


Las utilidades que nos aporta un altar son varias, tanto en la práctica como a nivel psicológico y energético. Además de la típica veneración a nuestros dioses, santos y demás, podemos realizar nuestras meditaciones frente a nuestro altar, realizar nuestras peticiones, deseos, promesas, ofrendas, etc…


El lugar ideal para montar un altar sería el poder dedicarle una habitación, pero no todo el mundo tiene esa posibilidad, así que alternativamente vamos a montar nuestro altar en dos posibles lugares de la casa, o bien al fondo, o bien a la entrada, ustedes elijan lo que les viene mejor hacer, pero nunca en un lugar de paso o tránsito porque toda persona que pase por allí arrastraría la energía que tanto nos ha costado acumular, y en un altar nos interesa acumular el máximo de energía posible para poder llevar a cabo nuestros propósitos con éxito.


En general, un altar debe tener un elemento central que represente aquello en lo que creemos. Por ejemplo, un santo, un dios, y si no creemos en ninguna doctrina religiosa, sino más bien en el universo o madre naturaleza y su energía, elegiremos una fuente de agua, una gran geoda de amatista, un bonsái, etc…


Luego alrededor iremos desplegando varios elementos como piedras (turmalinas, cuarzos, selenitas, etc… que representan a la tierra), un vaso liso con agua pura (que representa al agua), una vela (que representa al fuego) y un incensario con incienso (que representa al aire), y por último, elementos vivos como (ramos de flores, plantas, etc… que representa a un quinto elemento, el alma).


Como ustedes mismos podrán comprobar todos estos elementos juntos desprenden una energía brutal que si sabemos encaminar y acumular podemos alcanzar o lograr grandes objetivos.


Hay que aclarar que la mesa empleada debe ser utilizada exclusivamente como altar y nada más, y sobre ésta vamos a poner un mantel adaptado a su tamaño que consideremos especial por su simbología, formas, colores y demás. En el altar también deben estar presentes todas las ofrendas que le hagamos a esa entidad.


Para finalizar debo indicarles que sería bueno y conveniente, procurar tener alguna franja del día, a ser posible la mañana, para dedicarnos a nuestro altar diariamente. Lo típico es reponer cada día el agua y encender vela e incienso, y luego hacer nuestras oraciones o rezos. Dichas oraciones no tienen porque ser los rezos estandarizados por las doctrinas religiosas, sino que nosotros también podemos componer las nuestras propias con palabras salidas de nuestra inspiración, como si de un poema se tratase.

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